1. El reciente ciclo
de movilizaciones sociales, el triunfo de Michel Bachelet en las elecciones
presidenciales y el aumento que nuestro partido ha presenciado en diferentes
sectores sociales a nivel nacional nos exige dar un salto en nuestra capacidad
de análisis, para potenciar el desarrollo de una política de orientación
Socialista y Libertaria a la altura del ciclo político que se abre a partir del
re-posicionamientos de las movilizaciones sociales, la crisis de legitimidad
que se viene instalando y el triunfo de
Bachelet.
Entre
las diversas movilizaciones que desde el 2006 se viene generando y que el 2011
tienen su cima se han manifestado distintas orientaciones que inciden en los
tipos de relatos que se han construido por parte del espectro partidario para
traducir el descontento. En ellas se han presentado 1) movilizaciones de descontento y malestar
(protestas contra el Transantiago y la quema de la Polar), 2) de mayores
espacios para el ejercicio de la ciudadanía ante la conculcación de derechos
sociales fundamentales (las de los derechos sexuales) y de 3) refundación
sociopolítica en cuanto atenta a los pilares del modelo de sociedad y el orden
económico instaurado en dictadura (las
movilizaciones contra a subcontratación, la educación y el fin de las AFP),
como al modelo de acción política inaugurado por la concertación durante los
inicios de la transición democrática (el “modelo concertacionista”).
Las
movilizaciones sociales, el agotamiento del “modelo concertacionista” y la
torpeza política de la derecha en el ejecutivo arrastraron a las
institucionalidad y el régimen político en una crisis de legitimidad y
credibilidad que desde el 2011 se instaló con fuerza en la agenda política, sugiriendo
la necesidad de refundar o ampliar el consenso social, recurriendo para ello
a una batería de reformas democráticas y
sociales. En torno a ese diagnóstico distintos relatos políticos se fueron
articulando, delimitando el espacio de transformaciones posibles a efectuar.
Por
una parte, los relatos por hoy hegemónicos que buscan profundizar el modelo
traduciendo el descontento como una
protesta por ampliación en el acceso y en las oportunidades del modelo. Este
diagnóstico en su faceta de centro derecha manifiesta la necesidad de defender
a ultranza los pilares del modelo neoliberal instaurado en la dictadura,
bloqueando políticamente la posibilidad de cualquier transformación (la
Alianza); y que en su versión de centro-izquierda, afirma el agotamiento del acuerdo social y
político-institucional instaurado en 1990, afirmando la posibilidad de un
cambio moderado pero sin referencia a la emergencia de nuevos actores
sociopolíticos (el relato de la Nueva Mayoría). Por otra parte, encontramos una
articulación discursiva difusa, que afirma la crisis terminal y derrumbe del
modelo, sin un planteamiento político hacia dónde orientar la reconstrucción
socioeconómica y sin referir con claridad la necesidad de la emergencia de un
sujeto sociopolítico amplio que vehiculice dicho proceso (la oposición de
Izquierda al Partido Comunista)
El
resultado de las recientes elecciones presidenciales y “cansancio de la democracia” que presentó
una abstención cercana al 60% dejó a las fuerzas opositoras al neoliberalismo
desarticuladas y dio luz verde para que la versión progresista asuma la
conducción del proceso de refundación del orden. La amplitud política y las
características que este proceso de refundación del orden capitalista en el
marco de un progresismo acotado que se presentará en Chile durante el próximo
gobierno de Bachelet, se perfilará en relación a las características de la
Nueva Mayoría y a la capacidad que tengamos como Movimiento Popular de marcar
una agenda política de Ruptura Democrática, que permita que la Izquierda
Libertaria avance en distintos frentes sociales, en el proceso de formación de
cuadros y de organización partidaria, y que contribuyamos a que el campo
popular de un salto en su proceso de rearme orgánico, político e ideológico en
perspectiva de confrontación y ruptura con el orden constituido en clave
socialista.
Para
perfilar los principales rasgos de este proceso debemos atender tanto a las 1)
transformaciones estructurales resultantes de la estrategia de modernización de
libre mercado en los últimos años; 2) de la trayectoria del modelo
concertacionista en términos del estilo de conducción, del contenido
programático y de las articulaciones de fuerzas presentados; 3) en relación a
las características de las articulaciones partido-sociedad y los rasgo del
conflicto sociopolítico (clivaje) que se perfilará para el próximo ciclo político;
4) del estado orgánico de nuestro sector y del movimiento popular en su
conjunto. En relación al diagnóstico de estos elementos podremos ajustar una
táctica acorde a la estrategia de Ruptura Democrática para el periodo que nos
toca afrontar.
2.-Las características de las estrategia de
modernización llevada adelante durante la dictadura dejaron su huella en la
trasformaciones institucionales del Estado y en la reorganización de la
Estructura de Clases por efecto de la reconversión del aparato productivo,
generando una desarticulación de la fuerza sindicalizada y transformando la composición
cultural de la fuerza social tradicional de la izquierda chilena (la alianza de
los trabajadores manuales e intelectuales expresada en la alianza PC-PS). Estas
transformaciones modificaron el modo de relación de los partidos tradicionales
con la sociedad, transformaron el contenido de la competencia electoral y las
características de la institucionalidad estatal, generando un dique de
contención y cooptación de la protesta social, acelerando el proceso de
descomposición organizacional de las clases subalternas.
El proyecto
concertacionista se erigió desde mediado de los ochenta como una ruta de
transición moderada y consensuada cuya estructura del conflicto político y de competencia
electoral se basó en la dicotomía “autoritarismo v/s democracia”. Esta
contradicción política le permitió a la concertación aglutinar el movimiento de descontento social
generado desde 1982-1986, aislar a los sectores radicalizaos del espectro
político y redirigir los efectos de la reformas neoliberales sobre la dictadura
en el plebiscito del 1988. En ese sentido, el
eje de organización política de la concertación
como alianza moderada fue colocado sobre la democratización y no sobre
una discusión de alternativas de desarrollo, lo que políticamente implicó que
se transformara en una continuadora del patrón de acumulación instaurado y que
operara como herramienta política de la alianza de clases del bloque en el poder,
conteniendo la emergencia de la protesta social y las fuerzas de las clases
subalternas.
El efecto de esta configuración
política permitió que las tendencias estructurales puestas en marcha desde los
80’ se consolidaran durante los primeros gobiernos democratacristianos bajo el
imperativo político de conservar y preservar la democracia ante el riesgo de la
regresión autoritaria, inaugurando un
modelo de acumulación y regulación del conflicto sociopolítico que
podemos denominar “el modelo concertacionista”. Los rasgos de este nuevo marco
político-económico fueron la aceptación del principio de la autorregulación de
los mercados y de la mínima intervención política del Estado, orientado a
corregir distorsiones focalizadas (la corrección de los costos sociales del
modelo). Sus principales elementos son:
·
La reducción del
tamaño y funciones del Estado y su privatización a manos de grandes grupos de
interés.
·
La eliminación de la
capacidad interventora del Estado para generar condiciones redistributivas,
reduciendo su área de incidencia a un
papel subsidiario.
·
La supeditación de
toda la política social al crecimiento económico.
·
La reorganización de
la estructura social aumentando el peso relativo de las capas medias, sobre
todo la fracción de trabajadores por cuenta propia, reduciéndose el
proletariado clásico y eliminándose la figura jurídica del campesinado que se
transforma en un asalariado del campo, bajo la figura del “trabajador
temporero” (Tabla 1 sobre variación de la estructura social chilena)
·
La reorganización de
las bases de constitución del proletariado clásico producto de las
transformaciones de la estructura del mercado del trabajo, reduciéndose el peso
numérico en la industria minera por aumento de la composición de capital fijo.
Aumento de los trabajadores ligados a los sectores comerciales y de servicios.
Aumento de la flexibilización y precariedad laboral que adopta rasgos
estructurales (tabla 2, 3 Y 4). Esta situación se expresa en la estructura de
la fuerza sindicalizada (tabla 5) y en la reducción de los espacios de
reclutamiento y constitución de fuerza de trabajadores organizados.
·
La focalización de
los planes asistenciales focalizados en los sectores populares no integrados al
mercado con el objetivo de reducir los márgenes de pobreza nominal.
·
La transformación de
la composición de la clase dominante por medio de la modernización de la
burguesía agraria y financiera, que adquiere características monopólicas y
corporativas desde el 2000.
·
La generación de un
sistema democrático restringido: la constitución política de 1980; las leyes de
quórum calificado; el sistema de representación binominal; La Ley Orgánica de
Partidos; la autonomización del Banco Central.
3.- La concertación representó una coalición de
gobiernos de perspectiva
democratizadora, encargada de terminar con la dictadura y consolidar un régimen
democrático. Sin embargo, la trayectoria
de sus componentes, la situación del país al término de la dictadura, la
naturaleza de las clásicas relaciones entre partido y sociedad en Chile y las
expectativas de las sociedad en que la concertación podría acabar con las
rasgos más nocivos del patrón de acumulación instalado le dieron a sus
gobiernos una proyección y expectativa mucho más grande de la que efectivamente
esta pudo desempeñar, sobre la alianza de la Democracia Cristiana y el Partido
Socialista (el partido transversal o partido del orden).
La carencia de una
“perspectiva de proyecto socioeconómico alternativa” a la economía social de
mercado, la pérdida de importancia del rol dirigente del estado producto de las
reformas neoliberales y la transformación ideológica del socialismo criollo (la
renovación socialista), permitieron que el “estilo de conducción” inaugurado
por Patricio Aylwin demarcara la trayectoria de la concertación. Este viraje en
su composición fue de la mano de la transformación del clivaje “regresión
autoritaria vs democracia”, que borró las fronteras de clase del conflicto
político ante el peligro de la regresión autoritaria y aceleró la
descomposición del rol histórico de los partidos políticos como organizadores y
politizadores de la sociedad civil en Chile.
En
la conducción de la coalición primó un diagnóstico que indicaba que el éxito de
la consolidación democrática se jugarías en el terreno económico-social más que
en el político-institucional, pues dada las condiciones del país, tamaño,
riqueza de los recursos naturales y mercados estrechos, ya se había implantado
la única estrategia de desarrollo posible. Esta consistía en “una economía de
mercado abierta al exterior, integrándose a la economía global” (La posición de
Edgardo Boeninger). Para lograrlo el gobierno dio continuidad a la política
económica implementada en los años finales del régimen militar. Así se gestó un
acuerdo entre los decé y los socialistas para la implementación de la política
económica por vía de la inclusión del PS Carlos Ominami a Economía y al DC Alejandro Foxley a
Hacienda.
La
ausencia de debate político y de alternativas que atravesaran a las elites
dirigentes fue lo que caracterizó todo el periodo. Y ese déficit tiene que ver
precisamente con la exclusión del movimiento popular y el estilo de conducción
instalado. Este estilo de conducción favoreció la construcción de un
caudillismo basado en el papel predominante del liderazgo presidencial, apoyado
por la constitución de núcleos tecnocráticos en torno a la dirección, con una
conducción personalista por sobre las relaciones intrapartidarias y con la ausencia de un circuito intelectual
científico-ideológico crítico que demarcada los límites de la transición.
Esto lo podemos
observar en la
estrategia de Aylwin que fue de
“crecimiento con equidad”, para lo cual buscó la adhesión empresarial y apoyo
sindical (los acuerdos marcos), incorporando a los trabajadores a la toma de
decisiones y generando una Reforma Tributaria moderada que permitiera la
corrección de los costos sociales de la economía social de mercado y tomar la
agenda de movilización de las clases subalternas configuradas entre el ciclo de
jornadas de protesta populares y en el programa de la CUT.
Este
“modelo concertacionista” fue profundizado durante la administración del Frei
Ruiz-Tagle por vía de la reforma de la
modernización del Estado que terminó por subordinar la acción política a la
lógica técnica del mercado, alimentó el modelo de concesiones y, a nivel
político, cimentó la consideración de los chilenos como “usuarios” y
“consumidores” del modelo. Quien selló este modelo fue Ricardo Lagos, mediante
la ejecución de una política macroeconómica ajustada a la norma neoliberal y
legitimando políticamente la constitución de 1980 con la Reforma Constitucional
del 2005 que elimina los senadores designados y el rol tutelar de las fuerzas
armadas, pero mantiene el grueso de la estructura antidemocrática constituida. En ese sentido, el rol histórico de la
concertación fue legitimar el patrón de
acumulación instalado, conteniendo el descontento social mediante el aumento de
la política social focalizada, desmovilizando los atisbos de protesta
social generados y buscando la
generación de consensos amplios con los trabajadores y los patrones.
4.- El primer gobierno
de Michel Bachelet fue distinto, porque fue el primer gobierno del eje progresista
PS-PPD que operó con mayores libertades y porque intentó marcar un estilo de
conducción que buscó desenmarcarse del estilo precedente. Bachelet se presentó
como una candidata “ciudadana”, por sobre los partidos de la concertación,
profundizadora del “Estado Protector” y correctora de las inequidades de género
de la sociedad chilena. Durante el gobierno de Bachelet se inaugura una
política de aumento del gasto fiscal producto del auge del cobre desde el 2002,
de corrección del sistema de previsiones y de aplicación del Plan Auge,
mediante un estilo técnico y carismático.
Sin
embargo, durante su gobierno se presentan tres tipos de movilizaciones que
marcan la visibilización de la crisis
política que estallará en el gobierno de Piñera: las movilizaciones de los
secundarios y las protestas de los trabajadores subcontratados del cobre
(protestas refundacionales y que amplían los repertorios de acción); las
protestas inorgánicas de los “usuarios del Transantiago” (de carácter inorgánico y de descontento); y
el comienzo de las protestas de carácter ciudadano (las de derechos sexuales, de legalización
del THC y de defensa del medio ambiente). El efecto de estas movilizaciones fue
poner al límite el modelo concertacionista de la política cupular y negociada
(la aprobación de la LGE) y botar por la borda la tentativa de generar un
gobierno de carácter técnico (el cambio ministerial del 2007).
Hacia
el final del gobierno de Bachelet el evidente agotamiento político de la
concertación y la acumulación de expectativa de cambio de la Alianza permitió
que la DC se llevara el fracaso político de las presidenciales del 2009 y que
Piñera, desde su gobierno, terminara por romper el pacto transicional y el
modelo concertacionista, que entró en desbande durante el 2010, generándose
escisiones políticas que venían fraguándose desde comienzos del 2000’ (MAS,
PRO) y que desde el 2011 comenzó a re-articularse por el efecto del “despertar
de la sociedad chilena”.
La
rearticulación de la concertación y la disputa del partido transversal (“DC,
Gutenberg Martínez”- “PS Nueva Mayoría”, el sector de Escalona y Andrade) y el
ala “progresista” (PPD-PS-PRSD) durante el 2010 tomó como puente al Partido
Comunista. Desde el 2010 el sector progresista y el PC comenzaron con un proceso
de convergencia que fue apoyado por el recambio interno del PS en el XXIX
congreso general ordinario, que les permitió en el despliegue de la “Táctica de
los Frentes de Defensa de los Derechos Sociales” ir articulando un polo de
centro-izquierda al interior de la concertación, que revivió el intento por
generar una “Federación Progresista” que reposicionó el sector crítico de la
concertación que desde el 2002 articulado en torno a Sergio Aguiló, Nelson
Ávila, Alejandro Navarro y Jorge Lavandero (el sector que firma el manifiesto “La
Concertación de Chile por un Desarrollo con Justicia”)
5.-El Estallido de
las movilizaciones sociales el 2011 significó un desafío considerable para la
Concertación que, ante la necesidad de sobrevivencia como clase política, tomó
el programa de las movilizaciones sociales y re-articuló una alianza política y
social que permitiera inaugurar un nuevo ciclo político re-fundacional, con el
objetivo de preservar el patrón de acumulación instaurado instalando
regulaciones a la economía de mercado y dotándolo de mayores tintes de
legitimidad. Sin embargo carece de momento de la generación de una sujeto
sociopolítico que dote de legitimidad el proceso, rol que marginalmente el PC
juega en la alianza de gobierno por su presencia en organizaciones sociales
(CUT, ANEF, Colegio de Profesores) y que, en términos de la elaboración
técnicas de las primeras reformas del programa de Bachelet, tendrán la
importancia de constituirse en un claro mensaje a los movimientos sociales de
los compromisos progresistas de la Nueva Mayoría.
Para
cumplir con ese objetivo la concertación se sumergió en una disputa por la
hegemonía interna que marcaría los énfasis programáticos de la coalición y el
candidato que finalmente terminaría conduciendo el proceso. La relación de
fuerzas al interior de la concertación comenzó a tensarse a favor del polo
progresista con la conformación del primer comando de Bachelet con miras a las
elecciones presidenciales y la resolución del PC en apoyar a la candidata en las primarias del 30 de junio.
El
acierto de Bachelet fue haber calibrado los énfasis de su programa acorde al
barómetro de la movilización social y haber podido marcar una agenda de
reformas progresistas con miras a las elecciones primarias del 30 de junio. En
educación el manejo al ritmo de las movilizaciones fue claro. El 8 de abril
Bachelet anuncia la inviabilidad de otorgar gratuidad en la educación,
inclinándose por un arancel diferenciado (La tercera, 8/4/2013) y tras las movilizaciones de mediados de abril, Bachelet termina
inclinándose por el fin al lucro y la gratuidad.
Resultados de Primarias 2013[1]
Concertación y/o Nueva Mayoría
Candidato(a)
|
Votación
|
|
Michelle
Bachelet
|
1.561.563
|
|
Andrés
Velasco
|
278.056
|
|
Claudio
Orrego
|
189.582
|
|
Juan A. Gómez
|
108.222
|
|
Total
|
2.137.423
|
|
El
resultado de las elecciones no sólo fue abiertamente favorable para Bachelet y
abiertamente desfavorables para el candidato de la DC, sino que marcó un acierto
para el polo progresista y permitió que el PC entrara en la conformación del
comando definitivo de Bachelet , marcándose una agenda cuyos principales ejes
fueron: reforma Tributaria, a cargo del DC Alejandro Micco y Michael Jorrat;
educación a cargo del PC Marcos Barraza; constitución a cargo del DC Patricio
Zapata; y economía con la inclusión de René Cortázar, Eduardo Engel, José de
Gregorio y Guillermo Larraín (La tercera, 11/7/2013).
El
siguiente momento de fuerza se evidenció en el balotaje parlamentario en la que
nuevamente el polo progresista quedó potenciado, tanto por la disminución de
los parlamentarios de la derecha (RN aumenta de 18 a 19 y la UDI disminuye de
37 a 29) como por el aumento del PS (de 11 a 16) y el PC (de 3 a 6) y la
pérdida de operadores importantes de la DC y el PS nueva Mayoría (Alvear y
Escalona).
Finalmente
el último momento de fuerza se expresó en los apabulladores resultados de la
Nueva Mayoría –pese al cerca del 60% de abstención- que limpian el camino para
que el Gobierno de Bachelet inicie un nuevo periodo político marcado por las
reformas políticas y sociales, de características democratizadoras, pese a los
tibios intentos por la Derecha de señalar que la abstención expresa una conformidad
con el modelo instalado, situación que fue revertida por la tienda de Larraín
días después.
6.-La profundidad
política de este proceso a nivel institucional tiene algunos parámetros que
incidirán en la amplitud que este nuevo ciclo tendrá, tanto a nivel de la
conformación de una bancada parlamentaria comprometida con las reformas que
presentará Bachelet, como por la conformación que tendrá el equipo ministerial
que se presentará el 15 de Enero. En términos parlamentarios el anuncio de la
conformación de una bancada progresista no es bien vista por la DC, quien teme
en que se constituya la “Federación Progresista” y que el eje PS-PPD termine
consolidándose (Diario Financiero, 23/12/2013). Sin embargo, este escenario es
poco probable durante el primer año de gobierno y quedará sujeto al manejo
parlamentario que tome Nueva Mayoría y el decante definitivo del fraccionamiento
de la Derecha que inicia un vía crucis por estos días (a Evolópolis se le suma
la marginación de Horvath y el anuncio de la generación de un referente
regionalista de centroderecha que tomará la agenda de Parisi).
En
términos del equipo ministerial, Bachelet sigue remarcando el estilo
personalista y por sobre de la conducción transversal de los partidos de la
concertación que se expresará en los criterios de conformación del equipo
ministerial, en lo que fue un rayado de cancha para la DC (el mostrador,
17/12/2013) y un leve gesto a la
resolución del comité central del PC de colocarse a disposición de la
presidenta electa (radio Biobío, 21/12/20113). Y en términos de la conformación
de las 50 primeras reformas el equipo
técnico de Bachelet está ajustando la táctica que se utilizará para este
proceso. Dentro de las medidas más claras se encuentras la Reforma Tributaria y la Reforma Educacional.
Finalmente,
en relación a la readecuación de un nuevo pacto social la estrategia de la
Nueva Mayoría sigue en la línea moderada de centro, degenerar una Reforma
Constitucional por vía parlamento y una corrección parcial al sistema
electoral. Por su parte, el PC da un gesto desde la conducción de la CUT a
mantener esta línea de acuerdos moderados con todos los actores en el reciente
acercamiento con la CPC y en la presentación de una agenda de reformas
laborales, sobre negociación colectiva, que se sumará al proyecto de poner fin
al Multirut de Bachelet que no ataca la estructura laboral heredada de los
Planes Laborales.
El
balance en términos de la trayectoria de la Concertación y la conformación de
la Nueva Mayoría en términos del estilo
de conducción, las características de la articulación partido-sociedad y los
rasgos de los clivajes políticos presenta variaciones menores que nos presenta
los siguientes escenarios probables:
1.
La
mantención del mimos estilo de conducción, sumado a una ampliación en términos
de contenidos a una agenda progresista pero articulada sobre la misma relación
partido-sociedad, basada en una clivaje político segmentado (policlasista) y un
estilo altamente elitista y tecnocratizado, a la cual se suma en posición
instrumental el PC, permitirán un
bloqueo de las movilizaciones sociales apostando a una conducción
temprana del programa que levantan las clases subalternas.
2.
La
variante que se introduce a ese escenario pasaría porque el Movimiento Popular tome
la iniciativa el próximo año y apueste a generar una agenda política propia,
con reivindicaciones de transición que apuesten a tensar los pilares del modelo
y se establezca una relación de tensión con la Nueva Mayoría, que permita mover
la agenda hacia la izquierda, desplace a la DC y consolide la hegemonía del polo progresista, sobre la base
de la generación de un Programa de Ruptura Democrática. La otra alternativa en
el marco de un programa de RD sería que el Movimiento Popular tome la
iniciativa y no mantenga ningún tipo de relación instrumental con la NM, apostando
a la acumulación propia y al deterioro de la legitimidad sistémica, con el riesgo
de aislarse y fraccionarse.
La
opción de uno otra apuesta dependerá del estado orgánico de nuestro sector y
del movimiento popular en su conjunto. En relación al diagnóstico de estos
elementos podremos ajustar una táctica acorde a la estrategia de Ruptura
Democrática para el periodo que nos toca afrontar, que nos permita construir
una política de masas con capacidad de disputa y que nos permita ir decantando
el Bloque de Clase de perspectiva socialista en el marco de nuestra estrategia
de Poder Popular.
Compañeros, estamos
situados en un punto de inflexión histórica en la coyuntura. De nuestros
errores y aciertos dependerá la consecución con éxito de un proceso político
socialista en nuestro territorio. Del temple de nuestra militancia, de la
capacidad política de nuestros cuadros, del rigor de nuestros intelectuales. De
la entereza y entrega personal del conjunto de la militancia. De la
mancomunación de todos nuestros esfuerzos en una fuerza colectiva y un proyecto
común.
Por el Socialismo y la Libertad.
Venceremos.
26/12/2013
mzg.
Encargado de
Formación Política
Frente Estudiantes
Libertarios-base Universidad de Chile.